viernes, 2 de septiembre de 2016

El karina


Asombra la facilidad conque un grupo guerrillero secuestra un avión en Colombia para recoger armas en el departamento de la Guajira y llevarlas al Caquetá. 

Asombra como un barco cargado con armas hace la ruta desde Alemania llegando al canal de Panamá, luego hasta Punta Charambirá, cerca al puerto de Buenaventura en el Pacifico colombiano y una vez allí, al no lograr hacer la entrega de las armas decide devolverse a Panamá.

Asombra como en una pista de aterrizaje en la Guajira entraban y salían cargamentos de droga y contrabando con toda la infraestructura de carga, descarga, tanqueo de combustible y transporte, al mejor estilo de un aeropuerto internacional.

“Allí encontramos una pista inmensa. La medimos con el auto y vimos que tenía 2800 metros de longitud y un par de zonas de seguridad muy amplias en cada una de la cabecera. El piso era consistente, bien afirmado  y la orientación perfecta de acuerdo con los vientos del lugar. Pero posiblemente lo mejor de todo era su cercanía con la playa, que calculamos en 200 metros y frente a ella, un faro oficial que serviría de guía a cualquier embarcación.(” Castro Caicedo, Germán Pág 116)

No asombra que para el año de 1981 Colombia fuera el paraíso de la ilegalidad. No asombra, porque es la década en que surgen, nacen y se solidifican los emporios traquetos que inyectan miles de millones de dólares a la economía Colombiana. 

“Apenas tocamos tierra vimos varias personas alineadas frente a un pequeño rancho. Eran representantes de todos los organismos de seguridad del país…se me acercó uno muy amabilísimo y me dijo tranquilo, hermano que ya estamos arreglados. Desembarque lo que quiera que nosotros somos ciegos…” (Castro Caycedo, Germán. Pág. 36)

Estas ‘ganancias’ del negocio que más dividendos da en el mundo, la droga, le permite al país, 13 años más tarde, en 1994, burlarse de las crisis económicas que están viviendo países de América Latina: efecto Tequila, efecto Samba y efecto Tango.

Mientras mexicanos, brasileños y argentinos se hundían en la pobreza. Colombia era un carnaval y todos los días eran fiestas eternas en aquellos pueblos y regiones donde hacia presencia la danza de los millones de ganancias generadas por el contrabando y el negocio del narcotráfico

La crónica es el género literario que impide que los acontecimientos noticiosos se difuminen y olviden en el tiempo. La crónica da voz y rostro a los protagonistas para garantizar la perdurabilidad de esos acontecimientos.

Los nombres de los militantes del M-19 junto con su comandante Jaime Bateman Cayón  (Pablo), tienen rostro, y Caycedo recrea momento a momento los hechos narrados por los protagonistas: Fernando Erazo (Salvador), Héctor Gonzales, Jairo Rubio, Tiberio Montero (Yeyo), Fulgencio Cuadrado (Encho), Lindenberg, Luis, Carmen y otros que  narran las vicisitudes de la operación de compra de armas del M-19 y los acontecimientos que desencadeno traerlas a Colombia.

La crónica inicia en Alemania punto de contacto, compra y embarque  de las armas en el barco, de nombre Karina, que debe hacer su recorrido por África hasta llegar a Panamá.

Un comando del M-19 decide realizar una operación sacada del realismo mágico, ese mismo realismo donde unos soldados, en el año 2003, en las selvas de Colombia, se encuentran una caleta llena de dólares. Realismo mágico colombiano donde los acontecimientos parecen sacados de la ficción.

Son inexpertos, jamás han tripulado un barco. La operación que debía durar dos meses, inicia en agosto de 1981 y termina 3 meses después.

Ciudad de Panamá es el epicentro de más de la mitad de la narración, pues el Karina, permanece aproximadamente 2 meses anclado en una isla cercana al Canal de Panamá, cargado con fusiles, granadas y munición. ¿El motivo? al M-19 se le acabó el dinero para pagar y proseguir la operación de desembarque de las armas en la costa colombiana.

El 14 de noviembre de 1981, la Armada Nacional, luego de una larga noche de cruce de disparos
entre el Karina y el ARC Sebastián de Belalcázar, logra hundir el Karina.

No todas las armas se hunden con el Karina, 90 cajas con armas fueron sacadas del barco y desembarcadas en la Guajira. Allí recogidas por un avión de Aero Pesca.

El secuestro del avión de Aero Pesca, es la otra parte de esta crónica, llevado desde Bogotá hasta la Guajira, matiza la crónica con acciones grabadas en la memoria del lector con tinta, mejor, palabras indelebles.

“Cuando llegó a la cabecera opuesta sin poder superar aún la última barrera, me pareció que el avión batió las alas, metió ligeramente la cabeza contra el pecho, tomó el último aliento y, cooooño. Salió lamiendo las copas de los árboles que estuvieron a punto de destrozarlo” (Castro Caicedo, Germán. Pág 219)

El recorrido hecho por el avión desde Dibulla en la Guajira hasta caer en el río Orteguaza en el Caquetá, es un relato magistral.

Ahora, que el conflicto armado colombiano ha terminado, leer el Karina es leer parte de la historia de ese conflicto del que muchos tan solo conocen la versión oficial. Y parece sacado del Realismos mágico.

Título: El Karina
Autor: German Castro Caycedo
Editorial: Planeta
Páginas: 342