sábado, 11 de octubre de 2014

Clase de revés y otras preguntas...


Lo maravilloso del tiempo que vivimos es presenciar como las Tecnologías de la información y la comunicación –TIC- transforman los estilos de vida humana y potencian la manera como aprendemos.

Hoy quiero presentarles dos métodos de enseñanza que utilizan la tecnología para apropiar el conocimiento:

1. Flipped classroom o clase del revés. En este modelo los profesores crean vídeos con temas de aprendizaje para que los educandos los vean en casa, interactuando online en debates con compañeros de clase y profesores.  Al día siguiente en el aula de clase afianzan los conceptos vistos en los vídeos. 

“La inteligencia colectiva que permiten las redes de aprendizaje hace que el debate se enriquezca, pues cada uno de los participantes es un protagonista, a través de la cocreación.” Dolors Reig.

2. Learning Analytics: análisis de aprendizaje, mediante el cual se analizan datos, tendencias y comportamientos de las maneras como los estudiantes aprenden para personalizar y adaptar las metodologías de aprendizaje y ser más eficaces al momento de crear entornos de aprendizaje. 

Como ejemplo de los cambios y transformaciones que exige el ejercicio de la docencia y especialmente la academia, les comparto la siguiente anécdota:

Narrada en el libro: el Quart y el Jaguar, del premio nobel de física, Murray Gell-Man. Esta breve narración, hace crisis en los modelos educativos tradicionales y pone en tela de juicio las respuestas que esperamos los docentes en el llamado examen final.
 
“Hace algún tiempo recibí una llamada de  un colega para preguntarme si quería hacer de árbitro en la calificación de una pregunta de examen. 

Por lo visto a un estudiante se le había puesto un cero por  su respuesta a una cuestión de física, mientras que él reclamaba que merecía la nota máxima y que se la habrían dado si no fuera porque el sistema siempre va en contra del alumno. Estudiante y profesor acordaron someter el asunto a un árbitro imparcial, y yo había sido el elegido.

Fui al despacho de mi colega y leí la pregunta en cuestión, que decía así: «Mostrar cómo se puede determinar la altura de un edificio elevado con la ayuda de un barómetro». 

La respuesta del estudiante era: «Se toma el barómetro en lo alto del edificio, se le ata una cuerda larga, se baja  el barómetro hasta el suelo y después se vuelve a subir midiendo la longitud de cuerda que hubo que soltar. Esta longitud es la altura del edificio». 

Era una respuesta en verdad interesante, pero ¿había que aprobar a su autor? 

Por mi parte señalé que el estudiante merecía sin duda la nota máxima, pues había contestado la cuestión completa y correctamente. Por otro lado, si se le daba la nota máxima, esto podía contribuir a que el estudiante aprobara el curso de física. Un aprobado se supone que certifica que el estudiante sabe algo de física, pero la respuesta a la pregunta no lo confirmaba. Con esto en mente, sugerí darle al estudiante otra oportunidad para responder la cuestión. No me sorprendió que mi colega profesor estuviera de acuerdo, pero sí que lo estuviera también el alumno. 

En virtud del acuerdo, le concedí al estudiante seis minutos para responder, con la advertencia de que la respuesta debería denotar algún conocimiento de física. Al cabo de cinco minutos todavía no había escrito nada. 

Le pregunté si quería dejarlo, pues tenía que hacerme cargo de otra clase, pero dijo que no, que tenía muchas respuestas en mente, sólo estaba pensando cuál era la mejor. Me disculpé por interrumpirle y le rogué que continuara. 

En el minuto que quedaba escribió rápidamente la respuesta, que era ésta: «Se toma el barómetro en lo alto del edificio y se apoya en el borde del techo. Se deja caer, midiendo lo que tarda en llegar al suelo con  un cronómetro. Después, empleando la fórmula S = l/2gt [distancia recorrida en la caída igual a una mitad de la aceleración de la gravedad por el tiempo transcurrido al cuadrado], se calcula la altura del edificio». 

En este punto pregunté a mi colega si se  daba por vencido. El asintió y le puse al estudiante un notable. 
Cuando mi colega se fue, recordé que el estudiante había dicho que tenía otras respuestas al problema y le pregunté cuáles eran. «Oh, sí», dijo él. «Hay muchas maneras de averiguar la altura de un edificio grande con la ayuda de un barómetro. Por ejemplo, se puede coger el barómetro en un día soleado, medir la altura del barómetro y la longitud de su sombra y después la longitud de la sombra del edificio, y por medio de una proporción simple se determina la altura del edificio».

«Muy bien», dije. «¿Y las otras?» «Sí», dijo el estudiante. «Hay una medición muy básica que le gustará. Se coge el barómetro y se comienza a subir las escaleras. A medida que se sube, se marca la longitud del barómetro y esto nos dará la altura del edificio en unidades barométricas. Un método muy directo» Naturalmente, si prefiere un método más sofisticado, puede atar el barómetro al final de una cuerda, hacerlo oscilar como un péndulo y determinar el valor de g [la aceleración de la gravedad] a la altura de la calle y en lo alto del edificio. A partir de la diferencia entre los dos valores de g se puede calcular en principio la altura del edificio. 

 Finalmente, concluyó: «Si no me tuviera que limitar a las soluciones físicas del problema, hay muchas otras, como por ejemplo coger el barómetro por la base y golpear en la puerta del portero Cuando éste conteste, se le dice lo siguiente: »Querido señor portero, aquí tengo un barómetro de muy buena calidad. Si me dice la altura de este edificio, se lo regalo» 

Ha llegado el momento de no seguir creando preguntas con respuestas esperadas. Ha llegado el momento de hacer preguntas adecuadas al contexto de las múltiples posibilidades de responder.

Como docentes no poseemos la verdad y oír los argumentos de nuestros estudiantes permite la capacidad de crear  verdaderos ambientes de aprendizaje donde sean ellos los protagonistas de las propuestas de cambio en el modelo educativo tradicional e intocable.

Para cerrar esta reflexión, quiero citar a: Dolors Reig: “En esto de las TIC y el aprendizaje si hay algo que no podemos dudar es que están haciendo realidad viejas utopías educativas que no eran posibles, que eran muy bonitas en cierta época, recordemos a Freire y la pedagogía de la pregunta, que estaba muy bien hablar de ir hacia la sociedad de la pregunta, no tanto de la respuesta,  ahora que tenemos todas las respuestas disponibles, vale la pena que nos hagamos la preguntas adecuadas, esto ya lo decía Freire…”

Les dejo el vídeo completo de donde he tomado la ultima cita que acompaña este texto. disfrutenlo