lunes, 9 de noviembre de 2015

Catoblepas cumplió 5 años el 30 de octubre



El primer año de mi blog Catoblepas lo festeje con una entrada inspirada en el libro, si una noche de Invierno un viajerode Italo Calvino.

En el cumpleaños 5 de Catoblepas, quiero volver a compartirles el mismo texto y confesar que sigo buscando la llave para poder escribir o por lo menos no desfallecer en el intento de un texto digno de publicar.

Quiero decirles; gracias por leer este experimento de escritura, es tan solo eso, no lo niego. Tampoco niego que durante cinco años he sido un escriba.

Ahora mientras apilo las palabras, las organizo para tener un motivo de charla, estoy leyendo: Si una noche de invierno un viajero, del escritor Ítalo Calvino, el libro que más viajes ha realizado conmigo, abierto y cerrado en diferentes momentos y circunstancias de vida.

La manera como inicia la novela, no me atrapaba, tanto preámbulo de Calvino, no permitía adivinar a donde quería llevarme, la incertidumbre causada hizo aplazar la lectura y sacar de la maleta de viajero, otro libro que me diera la dosis de aventura y preámbulo seguro.

Si una noche de invierno un viajero, incluso lo intente regalar a quienes me hospedaban, ninguno lo acepto, quizá para no sentirse comprometidos a recibir el libro que al parecer estaba leyendo, qué más podían pensar, si siempre estaba en la mesa de noche o en el piso de la habitación, con un marcador que sobresalía de la página 22.

Hoy ese libro me da el pretexto para escribir la entrada de festejo de CATOBLEPAS, encontré en sus páginas un motivo para reflexionar acerca de mi camino de lector y escriba.

(...) el libro sagrado del que mejor se conocen las condiciones en que fue escrito es el Córan. Las mediaciones entre la totalidad y el libro eran por lo menos dos: Mahoma escuchaba la palabra de Alá y se la dictaba a su vez a sus escribanos. Una vez- cuentan los biógrafos del Profeta-, al dictar al escribano Abdulah, Mahoma dejó una frase a medias. El escribano, instintivamente, le sugirió la conclusión. Distraído, el profeta aceptó como palabra divina lo que le había dicho Abdulah. Este hecho escandalizó al escribano, que abandonó al profeta y perdió la fe.

Se equivocaba. La organización de la frase, en definitiva, era una responsabilidad que a él atañía; era él quien tenía que arreglárselas con la coherencia interna de la lengua escrita, con la gramática y la sintaxis para lograr la fluidez de un pensamiento que se expande al margen de toda lengua antes de hacerse palabra, y de una palabra particularmente fluida como la de un profeta (...).

Aprendí a no desfallecer en mis intentos de escritura a no perder la fe en mi mismo, y, a diferencia del escriba Abdulah, siento que me atañe,  y mucho, el acto de escribir y continuar el viaje en el cual, a veces se siente el invierno de no saber si se es un buen escriba, pero como en todo viaje, lo importante, no es el sitio a donde se va, sino los paisajes y lo que se conoce durante el viaje, es decir, el gusto por leer para, luego, oír el dictado del texto y hacerlo palabra, pretexto, para ser leído. Por eso, hoy les quiero decir GRACIAS, ustedes son parte de mi recorrido. 

No pierdan la fé en este escriba.

La imagen es de yahoo apture