domingo, 28 de febrero de 2016

La muerte de Ivan Ilich

Silogismo: «Cayo es un ser humano, los seres humanos son mortales, por consiguiente Cayo es mortal» 

Ivan Ilich, es un burócrata, juez de un tribunal provincial, hombre intachable, vive para su trabajo y se procura una buena posición social. Casado y padre de una hija adolescente.

La vida de Ivan Ilich avanza bien, ha logrado una carrera exitosa en la jurisprudencia, ascendido a juez de tribunal lo que le garantiza una casa más amplia, vida de comodidad económica y respeto de sus subalternos, así como el reconocimiento social.

Ivan Ilich, juez, máxima autoridad del Tribunal, un ganador. 

Sin embargo, los seres humanos tendemos a olvidar que la vida no es una ganancia eterna, sin fin. En algún momento, aquellos que nunca han perdido o han tenido pérdidas insignificantes, van a perder, perder en grande.

Es imposible vivir sin fallar en algo. A no ser, que se viva con tanto cuidado que en verdad no se viva y se requiera de una bofetada de la vida para despertar y empezar a vivir.

La novela comienza con la lectura del periódico en el Tribunal por amigos y compañeros de trabajo, allí, se indica que Ivan Ilich a los 45 años de edad a muerto.

La vida de Ivan Ilich había sido una constante de paciencia y dedicación, una vez casado, los celos de su esposa los logra superar por esa disciplina y dedicación a su oficio. No se amarga, olvida las escenas de celos y reclamos, gracias a su ejemplar dedicación laboral.

Luego de 17 años de matrimonio y una temporada de decadencia pues hacia bastante tiempo no lograba un cargo burocrático que sumara a su economía. Llega el nombramiento a juez de Tribunal.

Con el ascenso llega un extraño dolor en el costado. Causado, posiblemente, por una caída ocurrida instalando una cortina en la nueva mansión. Dolor que lo consume, poco a poco

Ivan Ilich, luego de tres meses de enfermedad vio que se moría y su desesperación era constante: 

"volvió al silogismo aprendido en la Lógica de Kiezewetter: «Cayo es un ser humano, los seres humanos son mortales, por consiguiente Cayo es mortal» ¿Acaso Cayo sabía algo del olor de la pelota de cuero de rayas que tanto gustaba a Vanya? ¿Acaso Cayo besaba de esa manera la mano de su madre?  ¿Acaso el frufrú del vestido de seda de ella le sonaba a Cayo de ese modo? ¿Acaso se había rebelado éste contra las empanadillas que servían en la facultad?.

¿Acaso Cayo se había enamorado así?

¿Acaso Cayo podía presidir una sesión como él la presidía?"

Cayo era efectivamente mortal y era justo que muriese, pero «en mi caso -se decía-, en el caso de Vanya, de Ivan Ilich, con todas mis ideas y emociones, la cosa es bien distinta. y no es posible que tenga que morirme. Eso sería demasiado horrible».

Así se lo figuraba. «Si tuviera que morir como Cayo, habría sabido que así sería; una voz interior me lo habría dicho; pero nada de eso me ha ocurrido. Y tanto yo como mis amigos entendimos que nuestro caso no tenía nada que ver con el de Cayo. ¡Y ahora se presenta esto! -se dijo-. ¡No puede ser! ¡No puede ser, pero es! ¿Cómo es posible? ¿Cómo entenderlo?»

Con la comprensión absoluta del silogismo, la vida de Ivan Ilich, se transforma. Comprendió que la vida no era eterna y que era igual a Cayo y que al igual que Cayo podía sentir dolor.

León Tolstoi, autor de la Muerte de Ivan Ilich, hace una crítica a esa sociedad falsa en la que la vida de tantos Ivan Ilich se mueve.

Desde la primera página se percibe el ambiente social con el cual convivio Ivan Ilich:

"... al recibir la noticia de la muerte de Ivan Ilich lo primero en que pensaron los señores reunidos en el despacho fue lo que esa muerte podría acarrear en cuanto a cambios o ascensos entre ellos o conocidos".

La familia y el médico le ocultan la verdad acerca de la muerte inminente. Ivan Ilich, se vuelve huraño, solitario. Ivan Ilich, es ahora un fastidio, una carga para la felicidad de su esposa e hija.

Ivan Ilich, comprende el sin sentido que fue su vida y ante tal crisis recuerda la mejor etapa de su vida: la infancia

Ivan Ilich ha muerto, luego de tres días de agonía.

La última batalla del guerrero sobre la tierra está garantizada: será una pérdida.

En verdad vive, usted, querido lector ¿para usted o vive la vida de otros?. Ha pensando en que al igual que Cayo e Ivan Ilich, también es un ser humano. 

Por un momento, se ha detenido al igual que Ivan Ilich a pensar en el Silogismo lógico de Kiezewetter.

León Tolstoi en esta obra coloca en escena la hipocresía que solo puede conocer el ser humano en momentos de crisis.

En tanto todo vaya bien y la suma siempre dé como resultado ganancias materiales, muchas palmaditas en el hombro, muchos abrazos y felicitaciones.

Se ha preguntado qué pasaría si un día su vida cae en desgracia. Tal vez, ese día el velo que cubre sus ojos caiga y al igual que Ivan Ilich dialogue con usted mismo y se de las respuestas que, de otra manera, jamás hubiese podido responderse.

¿Si volviera a vivir que cambios tendría el valor de hacer en su vida? ¿Volvería a vivir la vida que hasta hoy ha llevado?. Recuerde, el dolor es inherente a la vida y tarde o temprano tocara a su puerta.

"Ivan Ilich veía que se estaba muriendo y se encontraba sumido en constante desesperación.
-¿Qué necesitas?- fue el primer concepto claro, capaz de ser traducido a palabras, que escuchó.
¿Qué necesitas?¿Qué te hace falta? se repitió.
-No sufrir"

Leer la muerte de Ivan Ilich es contestar el planteamiento lógico de un silogismo, con dos únicas respuestas posible: la muerte y el dolor como constante latente del acto de vivir.

La diferencia tal vez, radique en cómo o de qué manera Cayo vivió hasta el día de su muerte. Vivir, sentir, vivir, no aguantar la vida... sino vivir.

Título: La muerte de Ivan Ilich
Autor: León Tolstoi
Editorial: Juvenil
Páginas: 134