viernes, 7 de agosto de 2015

El Paraíso Perdido


En la historia de las culturas humanas la dualidad entre el bien y el mal está y estará presente, en tanto exista, la tendencia humana hacia uno u otro extremo. 

En el mundo occidental, al igual que en oriente,  existen villanos sin los cuales la historia se tornaría aburrida, incolora e insabora.

Crónicas, cuentos,noticias, novelas, películas y hasta poemas se han escrito para mostrar y representar al más famoso y vil malvado, de la historia occidental: el Diablo, Satanás, Lucifer, Luz Bel, Belcebú, Demonio o como lo quieran invocar en cada acto y presentación.

El poeta y ensayista Inglés, Jhon Milton, presenta una hermosa versión del primero de los libros de la Biblia: El génesis. Escribe, el Paraíso Perdido, poema épico, épico, por ser un género literario en el cual el autor presenta hechos legendarios o ficticios desarrollados en un tiempo y espacio determinado. 

El Lucifer del Paraíso Perdido se ha renovado: no tiene garras, tridente, cuernos, barba o rostro deforme. Así lo representaban en la edad media. Tampoco es un ‘pobre diablo’. Enfrenta a Dios amparado en legiones de ángeles y querubines que lo han seguido al infierno. 

La intención del poeta ingles, era escribir un poema equiparable a la grandeza de poemas, épicos griegos, como la Ilíada o la Odisea. Y lo logro. El mundo lo recuerda por su obra cumbre; el Paraíso Perdido. 

Los monstruos y dioses de la mitología griega sirven para hacer descripciones o analogías a lo largo de los doce cantos de la obra.

En el canto primero,Milton, solicita la inspiración de las musas: “Canta musa celeste la primera desobediencia del hombre, y el fruto de aquel árbol prohibido cuyo gusto mortal trajo la muerte al mundo y todo nuestro infortunio con la pérdida del Edén…” si la Biblia narrara con un lenguaje tan poético, como el plasmado en cada uno de los doce poemas, el número de los conversos y apostatas se reduciría.

Satán, expulsado del Reino de los Cielos junto con sus huestes de Serafines es condenado a estar encerrado en un lugar llamado Caos, árida llanura desierta e inmensa, colmada de lava ardiente.

Satanás es descrito, en el canto primero, como el ángel más bello de cuantos habitaron el Cielo.

“Pronto descubre allí a los compañeros de su caída sepultados entre las corrientes y torbellinos  de una tempestad de fuego y revolcándose el que fue su segundo en el poder y en el crimen, conocido mucho tiempo después en Palestina con el nombre de Belcebú, a quien el archienemigo, por eso llamado en el cielo Satanás se dirige rompiendo el silencio con atrevida palabras:
“Si eres tú aquel –pero ¡oh¡ cuán degradado, cuán distinto de aquel que en las regiones felices de la luz, envuelto en trascendente brillantez eclipsaba a millares de espíritus también resplandecientes”.

El Satanás descrito, es tentador y encanta por sus arengas y reflexiones. Asume las consecuencias de sus actos. “¿es esta la región, este el suelo, el clima, exclama entones el perdido Arcángel, este el asiento que debemos cambiar por el cielo?¿Esta lúgubre oscuridad por aquella luz celestial? Sea, desde que él, ahora soberano, puede disponer y decidir de la justicia.”

Y con una frase, lapidaria, muestra la capacidad de aceptar el destino que ha elegido, “Aquí al menos seremos libres: el Todopoderoso no ha creado esto para envidiarlo; no nos arrojara de aquí; aquí reinaremos  seguros y a mi juicio, reinar, es digno de ambición aunque  sea en el infierno. Mejor reinar en el infierno que obedecer en el cielo”.

Es un satanás, aguerrido, no lastimero, ni perdedor. Es rival digno del Todopoderoso.

Satanás abre las puertas del infierno para huir y explorar la ubicación del abismo al cual fue arrojado.

Descubre la creación y ubicación del hombre. 

Los cantos avanzan y llega el momento de la venganza de Satanás.

El Todopoderoso, ha creado al hombre y le da como lugar de habitación el Paraíso. Satán se entera y encamina su astucia para hacer probar a Eva del árbol del conocimiento y la sabiduría. De todas las frutas y árboles sembrados en el paraíso, es el único del cual, no pueden probar fruto.

Asumiendo la apariencia de la serpiente, Da el fruto mediante engaños a Eva. A partir de ese momento se siente el giro narrativo. En el canto diez, once y doce, Satanás desaparece de escena.  El hombre siente el peso de la culpa y es el protagonista, hombre y mujer se recriminan, tapar su desnudes los coloca en evidencia. 

Dios envía a sus arcángeles Rafael y Gabriel para entablar diálogos, acerca de lo acontecido. Adán y Eva, han disgustado a Dios y deben cargar con la culpa de abrir los ojos a un nuevo entendimiento.

El autor intelectual se esfuma.

En los cantos finales. Los diálogos entre el arcángel Rafael- comisionado por Dios para informar de la expulsión formal del Paraíso- y Adán son de gran sabiduría en lo referente a la vida en pareja. Las reflexiones me recodaron el libro, el Arte de amar, de Erich Fromm.

Las reflexiones de Adán, y los consejos del arcángel Rafael, parecen escritos para este tiempo y para este hombre contemporáneo que busca , todavía, el paraíso perdido en el siglo XXI.

Adán recrimina a Eva por haberlo convencido de probar del fruto. 

Jhon Milton, presenta su reflexión acerca del acto más difícil de la sociedad el convivir en pareja: “Porque el hombre no encontrará jamás una compañera adecuada, sino la que le deparen la desgracia o el error. Rara vez conseguirá unirse a la que más ame, por causa de su maldad, sino que la vera entregada en brazos de un rival indigno. La que lo ame le será arrebatada por sus padres; o encontrara demasiado tarde una elección feliz, cuando ya esté encadenado, por el matrimonio a una enemiga cruel, objeto de su odio o de su venganza. Y todo esto será causa de calamidades sin fin para la vida y desordenes para el hogar doméstico”.

El arcángel Rafael señala a Adán, la pasión, como causante de la perdición del hombre por la mujer. En otras palabras, si el hombre no razona el amor que siente, la mujer lo dominara. 

Rafael: “Pero si las sensaciones a las cuales está encomendada la reproducción de la especie humana te parecen un goce tan superior a todos los demás, considera que ese mismo placer se ha concedido a los rebaños y a las bestias y que esas sensaciones no se habrían vulgarizado haciéndolas  comunes a los animales, si algo de lo que en ellas se goza, fuera digno de subyugar el alma del hombre y de encender sus pasiones.”

La pasión por el sexo no diferencia al hombre de la bestia. Es la razón la que pone al hombre en un estadio más alto de evolución.

Si la Biblia tuviera estos diálogos, estas reflexiones, y presentará a Satanás como un actor más de los acontecimientos. El hombre entendería que su redención solo depende única y exclusivamente de él. No buscaría culpables y no viviría en la culpa y por la culpa.

"El infierno son los otros," lo decía, Jean Paul Sartre. El infierno es “la situación de quien se aparta de Dios”, Juan Pablo II.

En este siglo de inventos y tecnologías, el demonio recibe tantos nombres y sigue siendo la excusa para justificar la maldad que habita en el corazón del hombre. 

Es lamentable ver como todavía hay hombres que cargan con la culpa literal de las escrituras y en nombre de ellas aterrorizan a quienes reconocen no a un Dios de rencor, resentido por los siglos de los siglos, con látigo en mano atento a impartir azotes. Sino a un Dios de bondad que hace siglos de los siglos perdono a todo el género humano.

Es el momento de quitar la carga de la culpa de nuestras espaldas, es el momento de alzar la vista al cielo y contemplar el rostro del creador, el cual, sonríe porque como buen padre nos perdono.

El Satán de la Edad media aterrorizaba. El Dios de este siglo no puede atemorizar, porque es Dios y Dios es amor.

En verdad, una obra para saborear las descripciones poéticas, los diálogos y las reflexiones. Una obra, fruto, de la creación humana para entender que la vida es un hermoso poema de doce cantos.

Titulo: El Paraíso Perdido
Autor: Jhon Milton
Editorial: Panamericana,tercera reimpresión 2008.
Páginas: 381